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Si todo fuera fácil

Walter Mehrer S - Nuestras voces internas




¿Alguna vez te has parado a escuchar qué te dices a ti mismo? ¿Qué te dicen tus voces internas?


Según la Terapia Focalizada en la Emoción, más concretamente desde la teoría dialéctico constructivista, todos tenemos diálogos internos. A modo de espectro, en un extremo de estos diálogos se sitúa la autocrítica y al otro lado la autocompasión, todo ello en interacción (Greenberg y Watson, 2006). En este espectro se encuentran las diferentes maneras que tenemos de hablarnos a nosotros mismos, que varía mucho dependiendo de la persona y las experiencias personales. A continuación, vamos a examinar en más detalle estos polos para poder comprender la importancia de lo que estamos tratando.


“Nunca vas a llegar a nada”, “eres patético/a”, “que vergüenza, estas haciendo el ridículo” “seguro que va a salir mal” ¿Te suenan estas verbalizaciones? A veces no somos capaces de identificarlas de forma tan nítida. Es posible que las reconozcamos más en forma de sensaciones o emociones, ya que no estamos tan acostumbrados a ponerle tanta atención a las palabras que van unidas a ellas. Estos ejemplos de verbalizaciones provienen de una posible voz interna en el polo de la autocrítica.


La voz autocritica se define como una evaluación dura y constante, acompañada de un sentimiento crónico de miedo a ser juzgado como no válido o criticado, perdiendo así la aprobación y aceptación de los otros significativos (Kupeli, Chilcot, Schmidt, Campbell y Troop, 2013).


Debido a la fuerte asociación de esta voz con emociones tales como el enfado, el asco y el desprecio, se ha visto que una elevada autocrítica puede fomentar la aparición de problemas como la depresión o la ansiedad (Baião, Gilbert, McEwan y Carvalho., 2015). La autocrítica se muestra de manera predominante en diferentes problemas y/o trastornos psicológicos, por lo que se investiga constantemente para intentar dar sentido y descubrir el por qué y para qué de esta voz interna que a veces nos persigue.


Gracias a la investigación se ha descuerto que la autocrítica es un mecanismo con origen en la interacción social que posibilita poner en marcha diferentes funciones como pueden ser: corregir, mantener expectativas propias y de otros, prevenir a uno mismo de arriesgarse, castigar o provocar simpatía, permitiéndonos así aprender y desempeñar diferentes roles sociales (Castilho, Pinto Gouveia y Duarte, 2015). Se podría decir que uno aprende a relacionarse con uno mismo de la misma manera en la que otros se han relacionado con él. Por tanto, la función principal de esta voz autocrítica es corregir comportamientos o características personales para prevenir futuros fallos y evitar así el rechazo social, de manera similar a cuando un padre regaña a su hijo por algo mal hecho, para que esto no se repita (Castilho et al., 2015). En este sentido, la autocrítica es funcional si no es desmesurada. Cuando es desmesurada, uno mismo puede llegar a colapsar frente a esto, aumentado la probabilidad de desarrollar sintomatología ansiosa y/o depresiva como apuntaba anteriormente.


¿Y qué ocurre en el otro polo del espectro? En el otro polo se encuentra la autocompasión o una mayor capacidad de autoafirmación. A diferencia de la autocrítica excesiva, esta voz se ha visto relacionada con niveles altos de bienestar, apego seguro y memorias tempranas de seguridad y compañía. La relación que guardan entre sí los procesos autocríticos y de autocompasión es que se internalizan de la misma manera. En la mayoría de los casos son mensajes recibidos del exterior que terminan siendo automatizados en forma de voces internas.


Ahora que ya conoces la diferencia entre las voces internas de autocrítica y de autocompasión, te ánimo a que intentes escuchar con más detenimiento el contenido que tienen las tuyas con el fin de poder atenderlas y cuidarlas.


Fuente via Escuela Psicologia

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